Capítulo 279
Fabián y Araceli giraron sus cabezas, quedando paralizados al descubrir a Sabrina junto a ellos, quien había aparecido sigilosamente como una sombra en la joyería. Con movimientos elegantes y seguros, ella ignoró por completo sus miradas atónitas y se dirigió directamente al vendedor.
-¿Me permite probármelo?
Los ojos del vendedor resplandecieron con interés y respondió sin dudar:
-Por supuesto, señorita.
En esta época, la verdadera riqueza se manifestaba con discreción; los tiempos en que se juzgaba a las personas únicamente por su apariencia habían quedado atrás. Sabrina deslizó el brazalete por su muñeca con delicadeza, contemplándolo con atención mientras reflejaba destellos verdosos sobre su piel.
Fabián, recuperándose de la impresión inicial, comenzó a atacar con veneno en cada palabra.
-¿Qué haces aquí, Sabrina? Este no es lugar para gente como tú. ¿No te da miedo que tu pobreza arruine el brazalete? ¡Quítatela ya! Araceli la vio primero.
Sabrina arqueó una ceja con tranquilidad desafiante.
-¿No escuchaste cuando dijo que era muy cara y que no podía comprarla?
Fabián la ridiculizó sin compasión.
-¿Nosotros no podemos? ¿Y tú sí? ¿Tú que no trabajas y vives a costillas de los hombres? No me hagas reír.
Se volvió hacia el empleado con prepotencia.
-Oye, ¿qué esperas? ¡Dile que se lo quite!
El vendedor lo observó sin inmutarse.
-Señor, ¿usted desea adquirir el brazalete?
Fabián contuvo la respiración involuntariamente. Quería afirmar que sí lo deseaba, pero la realidad financiera se imponía cruelmente sobre sus deseos. ¡El precio era excesivo! Recientemente había sufrido pérdidas considerables en sus inversiones bursátiles y sus reservas económicas estaban prácticamente agotadas.
-¿Usas el dinero de André para comprarte cosas tan caras? ¡Qué descaro! ¡Eres el colmo del oportunismo!
Determinado a que si él no podía tenerlo, tampoco lo obtendría Sabrina, elevó deliberadamente su voz para atraer la atención general.
-¡Miren todos! ¡Aquí hay una cazafortunas que no ha trabajado en años y solo vive gastando el
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dinero ajeno!
-¡Recuerden bien su cara para que no los engañe una mujer tan sinvergüenza!
Instantáneamente, todas las miradas de empleados y clientes convergieron hacia ellos, creando una atmósfera incómoda en la exclusiva joyería.
Araceli tironeó suavemente la manga de Fabián, fingiendo conciliación.
-Si a Sabrina le gusta tanto, ¿por qué no dejar que se lo lleve?
-¿Dejarla llevárselo? -Fabián escrutó a Sabrina con desdén absoluto en su expresión-. ¿Podría comprarlo si no dependiera de un hombre?
Sabrina esbozó una sonrisa serena pero letal.
-Es mío desde el principio, no necesito que nadie me dé permiso… ¿Y quién no querría tener un buen esposo?
Este brazalete solo cuesta cinco millones, aunque costara diez, podría pagarlo sin problemas. En cambio, el señor Guerrero, que no puede ni mantener a su acompañante, eso sí que es
vergonzoso.
Al escuchar este intercambio, los presentes asumieron inmediatamente que estaba gastando el dinero marital y desviaron sus miradas, suponiendo erróneamente que era una amante presumida.
Las palabras de Sabrina dejaron los rostros de Araceli y Fabián completamente pálidos por la humillación pública.
Fabián, destilando vulgaridad, señaló a Sabrina con furia incontenible.
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