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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 277

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Capítulo 277

Sabrina se detuvo en seco, clavando su mirada incrédula en André mientras un silencio tenso se expandía entre ellos como una sombra.

-¿¿Qué dijiste?

André curvó sus labios en una sonrisa arrogante que no alcanzó sus ojos.

-Primero no me das las medicinas para Araceli, luego me pides dinero, y ahora por una tontería le complicas la vida¿Segura que no haces todo esto para llamar mi atención?

Una risa amarga brotó de los labios de Sabrina, resonando con desprecio en la habitación.

-André, tienes una cara más dura que una piedra. No a todos nos gusta recoger lo que otros tiran. Si ella no tiene dignidad, yo tengo estándares.

Las palabras de Sabrina retorcieron las expresiones de André y Araceli como si hubieran mordido algo amargo. La mujer recordó los mil millones que habían llegado a su celular y lanzó el medicamento hacia André con un gesto desdeñoso.

-Cumplo mi palabra. Aquí están todas las medicinas para el primer tratamiento. Si no las toma y empeora, no es mi problema.

Después de hablar, Sabrina liberó su muñeca del agarre y giró para marcharse. André extendió su mano nuevamente, deteniéndola con firmeza.

-Todavía no te disculpaste con Araceli.

Sabrina alzó la mirada y sonrió con suavidad calculada, sus ojos brillando con desafío.

-No pienso disculparme. ¿Qué vas a hacer al respecto?

Los ojos de André se estrecharon peligrosamente. Justo cuando parecía a punto de responder, la voz de Sabrina se anticipó, cortando el aire como un látigo.

-Ah, y no olvides que el resto de las medicinas que tu amiguita necesita siguen en mis manos. Si me haces enojar, se quedará sin ellas.

Miró directamente a André, sus ojos reflejando una sonrisa mientras su voz fluía melodiosa y clara como agua cristalina.

-Ahora ustedes me necesitan a , no yo a ustedes. No te pongas en plan de superioridad conmigo.

Al terminar estas palabras, la sonrisa se evaporó de su rostro, reemplazada por un gesto gélido que congeló el ambiente.

-No solo haré que ella se arrodille. Si me provocas otra vez, te haré arrodillar a ti también. Quiero ver qué pesa más en tu corazón: tu orgullo o la vida de Araceli.

Sabrina empujó a André y se alejó con pasos decididos. André se quedó inmóvil, observando la

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silueta de Sabrina desvanecerse en la distancia.

Esta vez, no intentó detenerla.

Hernán, agitado por la conducta de Araceli, no podía creer que fuera tan maliciosa, atreviéndose incluso a manipular medicamentos. Alterado y temeroso de mantener semejante amenaza en la clínica, decidió despedirla ese mismo día, último de su estancia programada. Araceli, bajo la atenta mirada de André, terminó de tomar su medicamento con fingida docilidad. Al escuchar que Hernán finalmente la échaba, lejos de enfadarse, sus labios se curvaron en una sonrisa satisfecha.

-Ya que Hernán no necesita mi ayuda, me voy. Si ocupa algo más, puede buscarme cuando quiera. Si estoy disponible, vendré.

La furia encendió el rostro de Hernán, erizando su bigote canoso.

-¡Maldita niña! ¡Qué corazón tan podrido tienes!

Araceli fingió desconcierto con exagerada inocencia.

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