Capítulo 265
Sabrina, al escuchar aquello, detuvo momentáneamente su mano mientras añadía las cucarachas al preparado. La tensión recorrió su espalda como un escalofrío sutil, pero mantuvo la compostura ante la voz furiosa que surgía del teléfono.
-Ya te lo dije la última vez. Antes no creías que de verdad quería divorciarme, por eso busqué un abogado. Te avisé que después de Navidad recibirías la llamada del juzgado.
-Ya acepté el divorcio -espetó André con voz gélida-. Ve al juzgado ahora mismo y retira la demanda.
-No puedo hacer eso -respondió Sabrina sin alterarse-. ¿Qué pasa si después del período de espera cambias de opinión y me retrases todo el proceso?
-El señor Carvalho no ha tenido que sacrificar nada todavía, solo hemos formalizado el período de espera. En cambio, yo firmé una carta disculpándome con Fabián y ya di el medicamento para el primer tratamiento de la señorita.
-Parece que no tienes miedo de que me arrepienta -replicó André con claridad cortante.
Sabrina no comentó directamente sobre eso.
-Tratándose de alguien como tú, si no dejo un plan B, ni siquiera sabría cómo terminé mal.
André intuía ya el origen de aquella confianza inusitada en Sabrina.
-¿Crees que con la ayuda de Gabriel pasará lo mismo que la última vez?
Aquello había sido un descuido de su parte. Nunca esperó que Sabrina, siempre tan dócil como un conejo asustadizo, tomara una acción tan drástica, casi como si estuviera dispuesta a destruirse junto con él.
¿Ya habría decidido en ese momento divorciarse sin importar las consecuencias? Al contemplar esta posibilidad, la respiración de André se agitó ligeramente mientras un nudo de frustración se formaba en su garganta.
-Tranquilo, sé que ese truco funciona una vez, no dos -dijo Sabrina con voz controlada.
-¿De verdad tienes que llevar las cosas a este extremo? -la voz de André se tornó aún más fría.
A estas alturas, por más excusas que intentara encontrar, André no podía seguir engañándose. Si Sabrina no quisiera divorciarse, ¿por qué llevaba tanto tiempo sin regresar? ¿Por qué ni siquiera había admitido su error? Ni a Thiago parecía importarle ya. La mirada que ella le dirigía carecía de la calidez, ternura y cariño que antes caracterizaban sus ojos. Cada acción suya cerraba cualquier camino de regreso.
Fue entonces cuando André sintió finalmente una sensación de irrealidad abrumadora. Sabrina… realmente quería divorciarse de él. Al instante, una ira inexplicable emergió desde lo más profundo de su ser. ¿Sabrina se atrevía a querer divorciarse de él? ¿Acaso no la había
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tratado bien todos estos años?
-¿Yo llevo las cosas al extremo? ¡Tú eres el que no entiende nada! -la voz de Sabrina resonó con frialdad desde el otro lado del teléfono-. No quiero repetir más lo del divorcio.
-Ya que llegamos a un acuerdo, si cumples lo prometido, yo haré lo mismo.
-Sobre la demanda… un mes después, cuando tengamos el certificado de divorcio, la retiraré.
Tras decir esto, Sabrina cortó la llamada sin más.
André contempló el teléfono con incredulidad, sintiendo un nudo en el pecho imposible de deshacer. El aire en la sala parecía haberse congelado súbitamente, envolviendo a los tres hombres en un silencio pesado y significativo.
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