Capítulo 258
-Esperé más de ocho meses, ¡y rechazaron mi solicitud! En el documento del juicio, incluso escribieron algo sobre cómo no es fácil estar casados veinte años, deseándonos que podamos superar juntos las tormentas y nunca abandonarnos.
Al terminar de hablar, la mujer rompió a llorar desconsoladamente. Las personas a su alrededor, conmovidas por su evidente desesperación, se acercaron para ofrecerle consuelo.
-La próxima vez que te golpee, llama a la policía. Que lo metan a la cárcel. Con pruebas, el tribunal tendrá que aprobar el divorcio.
-Sí, claro, si el primer juicio no funciona, pide una segunda audiencia. Si realmente lo quieres, lo conseguirás en la segunda instancia.
La mujer lloraba sin control, con el rostro bañado en lágrimas.
-La segunda instancia requiere esperar seis meses para volver a apelar. Quiero llamar a la policía, quiero que lo encierren, que quede con antecedentes. Pero me amenaza con el futuro de mi hijo. Si su padre tiene antecedentes, no podrá trabajar para el gobierno. Con la economía tan mal, tener trabajo seguro es lo mejor… Por mi hijo he aguantado todos estos años. Pero este año empeoró, me rompió algunas costillas y ya no puedo más. Decidí irme sin nada, dejarle todos los bienes, yo cuidaré a mi hijo sin pedirle pensión. Cuando le dije esto, aceptó de mala gana. Pero incluso para agendar el período de espera para el divorcio, tuve que esperar dos meses… Si sigo esperando, la segunda audiencia ya estará en proceso.
Al escucharla, los presentes intercambiaron miradas de impotencia y suspiros de resignación. Después de oír su testimonio, Sabrina sintió una profunda tristeza resonar en su interior. Entendía perfectamente a esta mujer. Antes, ella también había elegido soportar por numerosas razones que parecían válidas en su momento. No quería separar a Thiago de su padre, deseaba darle un hogar completo, y la familia Carvalho podía ofrecerle los mejores recursos educativos, entre tantas otras ventajas. Y esas preocupaciones se transformaron en pesadas cadenas que la mantuvieron atrapada en un matrimonio que la asfixiaba día tras día.
“Si a Thiago no le gustara tanto Araceli… ¿seguiría yo soportando este matrimonio?”
No sabía la respuesta. Al salir del registro civil, la brisa fresca levantó los mechones sueltos de su cabello y disipó esa sensación opresiva que la había acompañado durante tanto tiempo. Pero no había tantos “si“. Ahora era la mejor versión de sí misma.
-André, ¿ya te divorciaste?
Fabián apareció de repente con una expresión de mal disimulada satisfacción en su rostro. André notó el destello de emoción en sus ojos y frunció ligeramente el ceño.
-¿Qué haces aquí?
-Pues vine a…
Fabián se detuvo abruptamente a mitad de frase, consciente de lo inapropiado que resultaría
expresar alegría por el divorcio de André.
-Vine por la carta de disculpa y el antídoto -aclaró después de toser suavemente para disimular su indiscreción.
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