Capítulo 343
-¿Qué tiene de bueno Romeo, ese farsante que solo sabe hacerse la víctima? -Thiago sintió una oleada de celos invadiendo su ser.
Realmente deseaba desenmascararlo allí mismo, dejarle claro a su mamá que ese chico malo no era tan inocente como ella pensaba.
Sin embargo, después de inhalar profundamente, decidió contenerse.
Había caído en las trampas de Romeo demasiadas veces.
Sabía que sin pruebas, nadie le creería.
Hoy había venido a ver a su mamá por algo más importante que desenmascarar a Romeo.
La llegada de Thiago hizo que Daniela no pudiera criticar a André sin restricciones.
El grupo conversaba de temas triviales sin mucha importancia.
Durante la comida, Romeo capturó la atención de todos con historias divertidas de su entorno. A pesar de su corta edad, su elocuencia mantenía a los presentes riendo constantemente.
Aunque Sabrina ignoraba a Thiago, Daniela no lo hacía y de vez en cuando le preguntaba sobre sus estudios y los eventos recientes en su vida.
Thiago mostraba una educación y cortesía impecables ante los demás.
Daniela observó el rostro de Thiago, que era casi idéntico al de André, y suspiró
silenciosamente.
Nadie conocía mejor que Daniela cuánto amaba Sabrina a Thiago.
Si no fuera por él, Sabrina nunca habría soportado a Araceli tanto tiempo, ni se habría dedicado
a preparar remedios caseros como una ama de casa.
Cuando la comida casi había terminado, Daniela preguntó:
-Por cierto, Thiago, ¿viniste a ver a tu mamá por alguna razón en particular?
Thiago apretó su mochila instintivamente y respondió en voz baja:
-Tengo algo que darle a mamá.
Finalmente, Sabrina dirigió su mirada hacia Thiago.
Daniela mostró interés.
-¿Qué cosa?
Una expresión de duda cruzó el rostro de Thiago.
Levantó la vista y se encontró con los ojos de Sabrina por primera vez desde que había llegado.
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Una emoción inexplicable de emoción nació en su corazón.
Su tía tenía razón, su mamá todavía se preocupaba por él.
Solo necesitaba admitir sus errores y ella regresaría.
Con este pensamiento, Thiago recuperó algo de confianza.
Abrió su mochila, que había dejado en la silla, y sacó una taza.
Con algo de incomodidad, explicó:
-Este es el regalo de cumpleaños que planeé para mamá. Lo recuperé de la señora Vargas…
Rara vez admitía sus errores ante Sabrina.
En este momento, sentía una mezcla de incomodidad y vergüenza.
Le extendió la taza a Sabrina, su voz haciéndose cada vez más baja.
-Es una taza que hice yo mismo, espero que a mamá le guste…
Las acciones de Thiago en este momento eran una forma de admitir su error.
Antes, solo con decir una palabra amable a Sabrina, ella lo abrazaba inmediatamente, sin resentimientos.
Pero esta vez, no ocurrió.
Sabrina miró la taza en las manos de Thiago y no la tomó por un largo tiempo.
Thiago no esperaba tal reacción de Sabrina.
Miró a Sabrina con alarma, su rostro se tornaba cada vez más pálido.
¿Por qué no tomaba su taza?
¿No era siempre fácil de contentar?
La atmósfera se volvió tensa.
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